rafael lechowski - acto i: la traición كلمات الأغنية
[letra de “acto i: la traición”]
[introducción: begoña zamacona]
es la historia de un héroe profundo
de esos héroes sin capa ni espada
que cargó la gárgola de la nada
y a hombros del alma las penas del mundo
reflejó lo oscuro del ser inmundo
en su propia figura despechada
quiero narrar esta historia olvidada
ahora que casi un pie en la tumba hundo
jamas me conoció, ni yo a él tampoco
no es su nombre, mas lo llamo quarciso
mezcla del monstruo de hugo y de narciso
aunque los demás lo tomen por loco
por adentr-rs- en la sombra, sin foco
pues su iluminación fue solo un viso
[la traición: begoña zamacona]
y todo dio comienzo aquel invierno
yo todavía no había nacido
cuando quarciso había comprendido
que para el justo también hay un infierno
él, que creyó en el amor eterno
ahora, en la ruina de lo construido
se ahogaba en sollozo enloquecido
causa del despecho y el puñal fraterno
jamás oí bramar con tanto dolor
parecía un can gimiendo a la luna
quedó su llanto por siempre grabado
sus celos, su locura, su ira y su horror
la confesión de un ser sin más fortuna
que la barbaridad de huir de lo amado
[acto i: rafael lechowski]
en mitad de la noche, en una pequeña buhardilla lúgubre, quarciso, sentado en el borde de su cama deshecha, exhausto por el horror y el llanto, llama por teléfono a su amigo
¿puedes oírme, amigo? ¿estás ahí?
intento localizarte y no lo consigo
en estos meses te he sentido esquivo;
tras este mensaje habrá cambiado mi destino
te llamo desde la desesperación, hundido en la demencia
ciego molino de agonía en un violento giro
destruido, destructivo
roído por la obsesión
es mi cuarto día sin dormir, no por la conmoción
sino por miedo a que la realidad -a la que en vela engaño-
me asalte de nuevo en medio de un sueño
y me arroje al horror de vivir
¡dios mío, hermano, la he perdido!
nos hemos roto y ya no encajan nuestras piezas
somos dos trozos de distintos rompecabezas
y ni siquiera sé cómo ha ocurrido
hace tiempo la sentía extraña
y una mañana la encontré sentada ¡pobre, qué pálida estaba!
pregunté qué pasaba y respondió: «nada»
mirándome a los ojos con compasión despiadada
-eres un gran hombre, mi amor -dijo-, todo irá bien
con la sonrisa más triste que jamás vi en alguien
-pero ¡¿qué sucede?! -alcé mi voz asustada
-no es por ti -balbuceó sin izar la mirada
una honda vaciedad me invade desde hace tiempo
-dijo de pr-nto- y no has sabido detectarla
pero cuando alguien se desvive tan fuerte por otro
como yo por ti -añadió segura y calma-
pueden morir en él su propia identidad
su voluntad, su esencia, su alma;
por eso es preciso que ahora te alejes, vida mía
para que yo pueda recuperarlas
esas palabras sordas y esa piedad fatal
me bastaron para entender que ese era nuestro final
hace ya un mes que me fui, todo lo dejé allí
salvo la esperanza de que vuelva a mí
te busqué para contártelo, amigo
he vuelto con mi anciana madre
que aún no sabe la verdad de lo ocurrido;
me avergüenza tanto mi miseria, guardo en silencio mi castigo
¡ah, pero el tiempo pesa desp-cio!
ella me jura que no hay nadie más
que sólo necesita algo de tiempo y esp-cio
pero sospecho que en su pecho esconde otra verdad
aun así nos seguíamos viendo
paseábamos, reíamos, sentí que me amaba de nuevo;
de pr-nto respirar pesaba menos
y regresaban mi hambre y mi ilusión por seguir viviendo
y le suplicaba que volviéramos
pues hasta hace poco decía amarme como a su vida
-aún puedo hacerte feliz -le decía
entonces se volvía seria, indiferente, esquiva
ella acudía siempre luminosa a cada cita;
yo, harapiento, a rastras de mí para salvarme en ella;
en mis ojos tristes la alegría de poder verla
en los suyos de nuevo esa compasión maldita
pero sólo venía si yo rogaba, jamás me buscaba
hace una semana que no responde a mi llamada
desde entonces no hay luz en su ventana
a veces se prende en la madrugada
he irrumpido en el hogar mientras no estaba ¡mi hogar!
lo he revuelto todo, he registrado cada lugar
buscando y deseando no encontrar
la huella de traición sospechada
y cuando vuelve me pregunta qué hago allí
¡como si esa nunca hubiese sido mi morada!
la miro a los ojos y le digo que la amo
y es como un insulto que esculpe el desprecio en su mirada
¡el silencio se hace grito y desagraviamos en s-xo violento
y ahí quisiera estrangularla y eyacular dentro!
pero como ante una madre me rindo en su pecho
y tras semanas de celos insomnes por fin me duermo
pero en mitad de la paz azabache
me pide otra vez que me marche
me enjuago el rostro con mis propias lágrimas
y huyo como un chucho apedreado en la noche
y vuelvo a lugares donde paseamos nuestro amor
como si en ellos aún quedasen átomos de nuestra unión
igual que el asesino regresa al lugar del crimen
vuelvo nostálgico al lugar del error
quarciso calla un instante, se asoma a la ventana y un fuerte deseo de arroj-rs- al vacío lo invade
parece, la esperanza, la nostalgia del mañana…
trato de evocarla con imagen amañada
pero pr-nto vuelve su belleza cegadora a mí
y al final nada sirve de nada
otras veces yo provoco mi propia nostalgia
como quien se mete la mano en la boca para provocar la náusea
un recuerdo es un muerto viviente
pesada sombra pasada que se alimenta de luz presente
la nostalgia es el aullido de la mente
pero sólo pensar me ayuda a olvidar… momentáneamente
me asomo al espejo, que es ventana hacia adentro
tan delgado y transido de dolor que no me encuentro
y al despertar lloro y bebo el dulce vino
para que el amargo recuerdo se torne en olvido
pero cuando la noche se derrama
su imagen me muerde en la entraña
la imagino exhausta de gozo con otro en la cama
¡y se torna eterna la madrugada!
entonces ruedo y ruedo en la oscuridad
y ruego con todas mis fuerzas
que algo ahuyente pr-nto la noche y regrese de nuevo la mañana
pero sangran las estrellas bajo la luz de la guadaña
entonces me levanto y me masturbo
para denigrar su imagen y desidealizarla;
si es cierto que a veces lo consigo
otras, antes de que brote el s-m-n
que me libre de su anhelo, mis ojos se adelantan
para eyacular las lágrimas de mi desesperanza
y me hundo en un -rg-smo de dolor y llanto
gimiendo desnudo con el falo mustio entre las manos
ah, amigo mío, pero qué cobarde soy
¡pero qué cobarde soy
que prefiero antes la muerte que aceptar este dolor!
pues ¡¿de qué sirve que la vida siga
cuando uno es el viudo que guarda luto a una mujer viva?!
¿nos consumimos por no amar a fuego a lento
o por dejar que se apagara la llama del amor?
no sé ¡ahora horrorizado las cenizas contemplo
y es otro fuego nuevo el que arde en mi interior!
¡por ella dejé atrás el amor de mi familia
y me lancé de corazón al vacío de nuestro idilio!
¡es cierto que ella calmó el dolor del individuo
pero hoy toda idea salvífica me lleva al suicidio!
si me mato por amor seré un suicida;
si la mato por amor, un asesino
pero nadie más terrible que el que vive sin amor, amigo:
¡ese ser vive sin estar vivo!
¡porque si ella no es el amor de mi vida
-y sé que no me equivoqué de amor-
debí de equivocarme de vida!
quarciso se derrumba en sollozo
lo nuestro jamás debió hacerse posible
aquello que no se consuma, no se consume;
no, jamás debió hacerse posible
un amor inaccesible habría sido inmarcesible
en cambio, ahora sólo quedará el recuerdo de lo que no sucedió
pues aquello que pudo ser y no fue, siempre será
como una estatua blanca en lo alto
o como una ruina indestructible
y juro que quiero enterrarla y no lo consigo
cuando lo intento, vuelve para interrumpir el olvido
¿me ha abandonado por miedo a perderme?
¿o es su cruel forma de amar, ni sin mí ni conmigo?
he destilado mil veces el pensamiento hasta hallar la palabra
que describa la locura que agita mi alma
y ahora sé que hay penas que jamás prescriben
porque el ser prefiere sentir dolor a no sentir nada
tristeza congénita que palpita y se clava
para los nacidos tristes, el corazón es una llaga
al final todo se apaga:
lo que parecía sempiterno tuvo su extinción programada
y es que por más que intenté imaginar un porvenir unidos
no logré vernos más allá de un hoy distorsionado:
mis ancianos labios lívidos
besaban su borroso rostro no arrugado
ella suspendida en un tiempo parado
mientras todo giraba en la rueda del molino
una niebla se interponía a lo imaginado:
era la fatal mampara del destino
si fuera mis ojos brillaban límpidos
en mi interior miraba el mundo obnubilado
y es que corazón que siente, ojos que no ven
en la clarividencia ciega del enamorado
quarciso toma una pastilla y bebe vino
pensaba que uno es dueño de los labios que besa
y mi sorpresa es ser presa de mi propia presa;
parecía algo que nadie podía quitarme
y me ha desahuciado de su vida, llegando a mí para echarme
lo desgajé de su ramas
y como un higo tierno, le abrí mi corazón, amigo, y así me lo paga
me advirtieron pero ciego fue mi amor
y qué sorda ahora mi pena que no quiere oír el consuelo
¡no quiero ver a nadie
me cuesta tanto sonreír, mi boca es una cicatriz que se abre!
¡respiro y me pesa el aire
esa libertad que tanto ansié, sin ella, parece una cárcel!
¡ah, hermano mío, mi tristeza es tan honda
que hasta en la negra oscuridad me persigue la sombra!;
y ahí veo clara la distinción
entre partir el corazón con alguien y que alguien te parta el corazón
si es grande el amor por ser la distracción del yo
es mayor el despecho por ser su destrucción
ah, me siento desterrado, arrojado, vacío
un gajo despojado del racimo
y en verdad quiero llamarla y no puedo:
el orgullo me amordaza en la agonía de gritar el dolor hacia dentro
pero la amo tanto que a pesar de mi miseria
me alivia que este dolor pese en mí y no sobre ella
tal vez la culpa es mía:
el amor es una flor que hay que regar cada día
pero fui un dondiego y por eso hoy mi lágrima
como un jaramago, brota de entre la ruina
no vi que la perdía
con mayor torpeza que amando en la distancia: con distancia en la cercanía
hay que am-rs- al mismo tiempo el tiempo que nos es dado
amar a destiempo fue amar sin haber amado
así hemos pasado
de ser dos extraños a ser dos extraños
¡dios mío! el mundo es un bucle de sufrimiento:
el dolor haciéndose daño
y no como cuando empezamos a amarnos
que discutíamos sólo por el bello acto de reconciliarnos
tú decías que la dejara o me volvería majara
que era una mujer mala
ahora veo las heridas
a veces vivir no es más que no estar muerto, existir es ac-mular pérdidas
pero me miento
me digo que la soledad es superior a la unión en mi pobre convencimiento
y que sólo hay un amor eterno: el propio
pero no basta el amor propio:
¡igual que hay partes del cuerpo que no puede rascar uno mismo
hay lugares del alma que sólo puede acariciar otro!
y ya sé quién es ese otro:
hace unos días la espié en su ruta
ansiaba desvelar el rostro
de aquel con quien mordió la sagrada fruta;
mas jamás habría sospechado milagro tan hosco
cuando, de pr-nto, de entre la mult-tud voluta
apareció el bello monstruo:
¡¿pero cómo has podido, hijo de puta?!
¡dime que no eras tú!
¡coge el teléfono y dime que no eras tú
quien iba de su mano, quien besaba su sonrisa
quien me ha arrebatado la luz! ¡contéstame, hermano!
¡¿cómo has sido capaz de algo tan inhumano?!
¡¿y la lealtad pura que nos juramos?!
¡has entrado en lo prohibido, eyaculando en lo sagrado!
¡cómo mirarnos a los ojos horrorizados!
tú y yo, capaces de reunirnos
en torno al silencio como ante una llama
yo siempre te apuñalé a la cara y te alabé en la espalda;
¡yo, que te amaba con toda mi alma!
¡tú…! ¡¿cómo has podido ser tú, amigo?!
¡cualquiera salvo tú! ¡¿cómo has podido
caer en la ambrosía con tan cruel alevosía?!
¡me has apuñalado mientras dormía!
¿por qué este castigo?
siempre fui puro contigo sin interés ni remilgos
y si fui vengativo
fue para vengarme con amor del amor recibido
¡ojalá fuera todo un mal sueño
y al despertar os tuviera conmigo
mas me roe un horror rojo, dios mío!
¡será imposible el olvido!
¡has desangrado lo más sagrado!
¡ah, mi tesoro divino…!
pero te odio, enemigo, a la par que te admiro
porque eres amado por lo que más amo
es inútil luchar contra lo unido
sólo la muerte puede oponerse al amor;
pero no temas ¡me arrancaré del camino!
¡yo, auto desterrado de vosotros dos!
¡y por tu traición atroz
clavo en ti mi llanto!
¡no olvides mi lívida voz!
¡sé que me estás escuchando!
¡yo esconderé vuestro vergonzoso secreto
lo haré arder en mis propias llamas;
vosotros rogad por que me salve
de la locura de huir de lo que uno ama!
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